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miércoles, 12 de marzo de 2014

35. [S.Th.] [Reflexión] El contexto eclesial de la exhortación apostólica «Evangelii Gaudium» y sus implicaciones para una justa interpretación



Jornadas de Teología 2014 UCLG, Universidad Católica Lumen Gentium

Saludo al Rector, al Director General, a las autoridades académicas, a los académicos invitados a las Jornadas de Estudio y a toda la comunidad universitaria presente.

 “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría[1] con estas palabras inicia el Papa Francisco la Exhortación Apostólica “Evangelii Gaudium”.


La “Reflexión” que haremos en torno a la “Alegría del Evangelio” ha de iniciar por comprender el contexto eclesial que providencialmente ha antecedido la exhortación. Para ello, mencionaremos algunos acontecimientos particularmente relevantes que sitúen de mejor manera el documento y faciliten una recepción más adecuada.

La creación del Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización
El primer acontecimiento al que quiero referirme es la creación del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, anunciada por Benedicto XVI en las vísperas de la solemnidad de San Pedro y San Pablo del año 2010. En su anuncio, durante la celebración litúrgica el papa señaló: “he decidido crear un nuevo organismo, en la forma de 'Consejo Pontificio', con la tarea principal de promover una renovada evangelización en los países donde ya resonó el primer anuncio de la fe y están presentes Iglesias de antigua fundación, pero que están viviendo una progresiva secularización de la sociedad y una especie de 'eclipse del sentido de Dios', que constituyen un desafío a encontrar los medios adecuados para volver a proponer la perenne verdad del Evangelio de Cristo[2]

Con estas palabras Benedicto XVI mostraba una continuidad significativa con las preocupaciones de Juan Pablo II respecto a la “Nueva Evangelización”. Pocos días después nombró a Mons. Fisichella presidente del Consejo[3]. Lo erigiría formalmente en septiembre de 2010 con el motu proprio “Ubicumque et Semper”[4] e iniciaría, con ello, un trabajo arduo de consulta y discernimiento que precisaría gradualmente una preocupación mucho más amplia que la propuesta inicial y un impacto mucho más relevante: “las dificultades que el mundo actual presenta a la transmisión de la fe”.  

Convocatoria al Sínodo sobre la Nueva Evangelización
El papa Benedicto XVI, discerniendo su preocupación inicial como un asunto de auténtico interés universal compartido por los obispos de diversas regiones, durante la Homilía conclusiva de la Asamblea especial del Sínodo de los Obispos para Oriente Medio anunció dedicar la XIII Asamblea General del Sínodo de los Obispos al tema de la Nueva Evangelización: “Durante los trabajos de la Asamblea se ha subrayado a menudo la necesidad de volver a proponer el Evangelio a las personas que lo conocen poco o que incluso se han alejado de la Iglesia. Se ha evocado muchas veces la urgente necesidad de una nueva evangelización también para Oriente Medio. Se trata de un tema muy extendido, sobre todo en los países de antigua cristianización. También la reciente creación del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización responde a esta profunda exigencia. Por eso, después de haber consultado al episcopado del mundo entero y después de haber escuchado al Consejo Ordinario de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos, he decidido dedicar la próxima Asamblea General Ordinaria, en 2012, al siguiente tema: «Nova evangelizatio ad christianam fidem tradendam - La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana»[5]”.

Fase Preparatoria del Sínodo
Con el anuncio precedente se iniciaron los trabajos de preparación del Sínodo que durarían dos años. En estos trabajos colaborarían dos instituciones diversas coincidentes en unidad de fines: 1. El Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización; 2. El Secretariado del Sínodo. Después de las debidas consultas, en Febrero de 2011[6] se publicaron los “Lineamenta” cuyos primeros destinatarios fueron los Obispos y las Conferencias Episcopales con la finalidad de preparar la comunicación del Colegio Episcopal sobre el tema particular. Los “Lineamenta” se dividieron en tres capítulos para desarrollar el tema de la Asamblea Sinodal: 1) Tiempo de nueva evangelización; 2) Proclamar el Evangelio de Jesucristo; 3) Iniciar a la experiencia Cristiana.

Anuncio del año de la Fe
El siguiente acontecimiento que se sitúa en un contexto más próximo fue la convocación, el 11 de octubre de 2011, del “Año de la Fe” a través de la carta Apostólica “Porta Fidei”[7] con la que el Papa Benedicto XVI  en el contexto del 50º aniversario del inicio del concilio Vaticano II y del 20º aniversario de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica llamaba a toda la Iglesia a un tiempo de especial reflexión y redescubrimiento de la fe. En este contexto más amplio situaba la Asamblea General del Sínodo de los Obispos en el mes de Octubre de 2012 que coincidiría con el inicio del año de la Fe.

Fase previa: el Instrumentum laboris
Los preparativos del Sínodo continuaron con las grandes expectativas que el año de la fe suscitó, de modo que después de haber recibido el material de los obispos y de las Conferencias Episcopales incluidos los cuestionarios de los “Lineamenta”, el Consejo de la Secretaría General con la ayuda del Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización redactó el Instrumentum laboris[8] que fue publicado en Junio 2012 después de haber sido aprobado por Benedicto XVI como documento de trabajo para guiar las discusiones sinodales. El documento se dividió en cuatro capítulos: 1) Jesucristo, evangelio de Dios para el Hombre; 2) Tiempo de Nueva Evangelización; 3) Transmitir la Fe; 4) Reavivar la acción Pastoral.

El sínodo
El Sínodo se realizó en Roma del 7 al 28 de Octubre de 2012. El 11 de Octubre inició solemnemente el año de la Fe. De modo que el año de la Fe inició con el sínodo sobre la Nueva Evangelización y la Transmisión de la Fe.  Participaron 262 padres sinodales, el mayor número en la historia de los Sínodos. Durante las discusiones del Sínodo las reflexiones se dirigían cada vez más hacia la Iglesia misma y no sólo hacia el problema que originalmente suscitó la preocupación de Benedicto XVI, el problema de la secularización. Así, se puede decir que el número 16 del “Instrumentum laboris” se volvería el programa de reflexión, no sólo para el Sínodo sino para muchos de los obispos durante el año de la Fe, entre ellos el Cardenal Bergoglio: “las transformaciones no sólo se refieren al mundo y a la cultura, sino que también tocan en primera persona a la misma Iglesia, a sus comunidades, a sus acciones y a su identidad. El discernimiento es visto entonces como el instrumento necesario, como el estímulo para afrontar con más coraje y con mayor responsabilidad la situación actual”.[9]

En este sentido, podemos decir que el Sínodo cambio de dirección. En principio, se dirigía hacia la reflexión de los “tiempos” y los “escenarios” áridos para la evangelización, pero después se volcó sobre la Iglesia misma que atravesaba su propio desierto. Pero en esa “desertificación”, primero del “mundo” y, después de un discernimiento serio, de la misma Iglesia, se encontraba un nuevo espacio de esperanza en el que resonaron como una luz las palabras de Benedicto XVI en la Homilía de la apertura del Año de la fe: “a partir de la experiencia de este desierto, de este vacío, es como podemos descubrir nuevamente la alegría de creer, su importancia vital para nosotros, hombres y mujeres. En el desierto se vuelve a descubrir el valor de lo que es esencial para vivir”[10]

La renuncia del papa Benedicto XVI
A sólo 4 meses de haber iniciado el año de la fe, el 11 de febrero de 2013, el papa Benedicto XVI, por motivos de edad avanzada y de salud, renunciaba al ministerio petrino. En el anuncio de su renuncia se perciben ciertos rasgos de las preocupaciones que en el contexto del Sínodo de la Nueva Evangelización y del discernimiento propio del año de la fe se habían presentado como particularmente graves: “en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado.[11]

La elección del papa Francisco
La sede vacante inició el 28 de Febrero de 2013. El 4 de marzo iniciarían las Congregaciones Generales de los Cardenales en donde, además de los temas polémicos, se trató con particular importancia la cuestión de la nueva evangelización y la misión de la Iglesia en el mundo. Además, como era natural, se incluyó en el “perfil” del nuevo papa un elemento al que Benedicto había invocado en su renuncia: “vigor de cuerpo y espíritu” para anunciar el Evangelio y gobernar a la Iglesia.

El 13 de Marzo el arzobispo de Buenos Aires, el cardenal Jorge Mario Bergoglio fue elegido por los Señores Cardenales, Obispo de Roma. Depositaron, así, en Él la confianza para emprender la anhelada “Nueva Evangelización” que Benedicto XVI vislumbró y en favor de la cual decidió renunciar. Su misión, como Papa Emérito, según las expresiones que Él mismo usaría tiempo después, ahora consistiría en sostener a través de su oración y sacrificio a su Sucesor en la delicada misión del “Anuncio del Evangelio en el mundo actual”.

El proyecto de “Nueva Evangelización” de Francisco
Pocos días después del inicio de Pontificado de Francisco, el cardenal Jaime Ortega, con la autorización del papa publicaría un discurso breve presentado por Bergoglio en las Congregaciones Generales Cardenalicias previas al Cónclave titulado “La dulce y confortadora alegría de evangelizar”[12] en donde mencionaba la urgente necesidad de llevar a cabo la anhelada Evangelización dando algunas indicaciones concretas: 1. El llamado de la Iglesia a salir de sí misma e ir hacia las periferias existenciales; 2. El llamado de la Iglesia a salir de la auto-referencialidad; 3. La Iglesia auto-referencial que vive de si, para sí es una Iglesia mundana, la Iglesia evangelizadora sale de sí. 4. El próximo papa ha de ser un hombre que desde la contemplación y adoración a Jesucristo ayude a la Iglesia a salir de sí hacia las periferias y a vivir la dulce y confortadora alegría de evangelizar.

La otra Fuente: Aparecida
El Cardenal Bergoglio no tuvo una participación pública en el Sínodo. Ni tampoco en el Consejo para la promoción de la Nueva Evangelización. Sin embargo, tenía una propuesta muy clara sobre las preocupaciones del Sínodo. Él mismo realizó su discernimiento, en la “experiencia del desierto”,  que lo llevó a afirmar con claridad lo que es esencial para vivir: la alegría del Evangelio. Pero, su discernimiento se remonta a su experiencia como pastor: Latinoamérica. Así, su reflexión sobre el tema del Sínodo se había gestado algunos años antes y se había cristalizado ya en un programa pastoral en el que había colaborado para su desarrollo como Redactor y desde el cual había renovado la vida de su propia Arquidiócesis: El documento final de la V conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en Aparecida[13]. Así, Francisco tendría dos fuentes principales para plantear la cuestión de la “Nueva Evangelización”, el Sínodo y Aparecida. Estas fuentes junto con su programa de renovación expresado en el discurso “la dulce y confortadora alegría de evangelizar” están a la base de la exhortación apostólica

La encíclica “a cuatro manos”: Lumen Fidei
El papa Francisco se presentó inmediatamente como un Papa innovador y renovador de la vida de la Iglesia,  desde los principios que propuso en las Congregaciones Generales. Sin embargo, fue también significativa su delicadeza de afirmar una continuidad con su predecesor Benedicto XVI, continuidad y respeto que ratificó de moto particular en la publicación de “la encíclica a cuatro manos” “Lumen Fidei”,[14] sobre todo, teniendo en mente que la primera Encíclica de un Papa normalmente es “programática”.

La primera encíclica de Francisco fue un documento que en casi su totalidad fue escrito por su predecesor, además de ser una encíclica “doctrinal” siendo que Él tenía en mente un programa pastoral. Este gesto significa, además de su aprecio por Benedicto, una confirmación de que cualquier programa pastoral por más urgente que sea se debe de fundar en la “Luz de la Fe” que ha de iluminar la acción de la Iglesia.
Así, la encíclica “Lumen Fidei” acompañaría la reflexión final del año de la fe pero no lo concluiría, para su conclusión Francisco preparaba otro “hermoso documento que pudiera ayudarnos” presentado por Él con estas palabras: “Pensé hacer una exhortación sobre la evangelización en general y añadirle las cosas del sínodo”. Y en estas palabras encontramos el contenido esencial del documento.

El documento conclusivo del año de la Fe: Evangelii Gaudium
La exhortación apostólica “Evangelii Gaudium”,[15] no es una exhortación apostólica post-sinodal. Es el documento conclusivo del año de la Fe. El año de la Fe concluye con una exhortación sobre la evangelización a la que se le añaden algunas de las preocupaciones y de las “propositiones” del Sínodo. El contexto del documento es, sin embargo, el Sínodo. Pero su contexto eclesial es mucho más amplio, no sólo abarca la Asamblea General del Sínodo de los Obispos sino, también,  el resto de los acontecimientos que hemos señalado especialmente la renuncia del Papa Benedicto XVI, las Congregaciones Generales y su propia elección como Soberano Pontífice.

Así, podemos decir que es un documento “sui generis” puesto que, aunque tiene como antecedente la Asamblea Sinodal, no es en sentido estricto el “fruto” del ejercicio colegial del Sínodo, sino, más bien, la comunicación de su propia propuesta de evangelización que se funda en un llamado a la Iglesia a su propia conversión, desde la experiencia latinoamericana de Aparecida. En este sentido, se puede decir que Francisco inicia su Pontificado en el “discernimiento” propio del año de la Fe y de la Nueva Evangelización y el fruto de este discernimiento “eclesial”, que incluye estos acontecimientos de no menor relevancia que el Sínodo, se expresa en la exhortación apostólica.

Así, la exhortación representa, un desarrollo amplio de aquel discurso “La dulce y confortadora alegría de evangelizar” en el que los Cardenales vieron a un hombre que desde la contemplación y adoración a Jesucristo ayudaría a la Iglesia a salir de sí hacia las periferias existenciales con el “vigor y espíritu” que requiere el mundo actual.

La exhortación Apostólica: programa pastoral
En este sentido, la exhortación apostólica es un programa pastoral, escrita en un lenguaje “novedoso” por sencillo  y popular, con un espíritu misionero y evangelizador, cristo-céntrico, que se funda en el discipulado, que busca la transformación de las estructuras eclesiales que ya no sean adecuadas para la Evangelización, a través de una conversión pastoral, que haga a la Iglesia “salir de sí misma” e ir al encuentro del prójimo.

Coincide notablemente la continuidad en la preocupación con sus predecesores y destaca la novedad de la propuesta concreta. Así, al final del camino se integran dos visiones complementarias en una perspectiva eclesiológica de continuidad en la doctrina y de renovación en la Pastoral. El giro que inicialmente desarrolló el paso de los “lineamenta” a la “Instrumentum laboris”, de pensar primero en la “Situación de la Iglesia” antes que en la “Situación del Mundo Actual”, se vuelve el vínculo fundamental entre ambos pontificados. La respuesta a las necesidades del mundo actual no está ni en la “secularización” ni en las “dificultades para la transmisión de la fe” que el mundo ofrece a la Iglesia, sino en las dificultades que la Iglesia encuentra en sí misma para la “transmisión de la fe”.

La exhortación en este sentido se dirige a toda la Iglesia promoviendo una auténtica Reforma Pastoral cuya esencia consiste en reanimar la alegría del encuentro con Cristo en todos los bautizados para que desde esa alegría y con esa alegría se pueda transformar naturalmente las instituciones eclesiales en instituciones misioneras que lleven a la Iglesia a “salir de si” para ir al encuentro de los demás con un profundo sentido cristo-céntrico libre de toda auto-referencialidad. Este sentido programático es señalado por Francisco en la Exhortación con las siguientes palabras: “…desta­co que lo que trataré de expresar aquí tiene un sentido programático y consecuencias importan­tes. Espero que todas las comunidades procuren poner los medios necesarios para avanzar en el camino de una conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están”.[16]

El documento inicia con una introducción teológica que presenta la “alegría” del Evangelio. Continúa con una estructura integrada por cinco capítulos: 1) La conversión misionera de la Iglesia; 2) En la crisis del compromiso comunitario; 3) El anuncio del Evangelio; 4) La dimensión social de la evangelización; 5) Evangelizadores con Espíritu. Sobre los contenidos del documento reflexionaremos ampliamente en el transcurso de estas Jornadas por lo que no le dedicaremos más tiempo en esta presentación.

Conclusión
Con estas reflexiones que pretenden presentar la exhortación apostólica “Evangelii Gaudium” para las Jornadas de Estudio Teológico de la Universidad Católica “Lumen Gentium” de la Arquidiócesis de México, deseo exhortar a toda la comunidad académica, alumnos y profesores, a lo siguiente: 1. Discernir con el auxilio de la ciencia teológica y en el espíritu del documento, el papel de la Universidad Católica en la Evangelización. 2. Discernir los modos concretos en los que una comunidad académica puede “salir de sí misma” e ir a las “periferias” también en el ámbito de la cultura, “allí donde se gestan los nuevos relatos y paradigmas”[17] para superar los riesgos de “mundanidad” y “auto-referencialidad” que pueden asechar también a una Universidad Católica. 3. Renovar nuestro encuentro personal con Cristo, para que desde la contemplación y la adoración de Jesucristo, como auténticos discípulos podamos vivir la dulce y confortadora alegría de evangelizar.




[1] FRANCISCO, EvangelIi Gaudium, 1.
[2] BENEDICTO XVI, Mensaje en las Vísperas de la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, 28 de Junio de 2010.
[3] El 30 de Junio de 2010 se llevó a cabo el nombramiento de Mons. Fisichella como Presidente.
[4] BENEDICTO XVI, Ubicumque et Semper, 21 de Septiembre de 2010.
[5] BENEDICTO XVI, Homilía en la misa conclusiva de la asamblea especial para oriente medio del sínodo de los obispos, 24 de Octubre de 2010.
[6] SINODO DE LOS OBISPOS, XIII ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA “LA NUEVA EVANGELIZACIÓN PARA LA TRANSMISIÓN DE LA FE CRISTIANA, Lineamenta.
[7] BENEDICTO XVI, Carta Apostólica en forma de Motu Proprio “Porta Fidei”, 11 de Octubre de 2011
[8] SINODO DE LOS OBISPOS, XIII ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA “LA NUEVA EVANGELIZACIÓN PARA LA TRANSMISIÓN DE LA FE CRISTIANA, Instrumentum laboris.
[9] SINODO DE LOS OBISPOS, XIII ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA “LA NUEVA EVANGELIZACIÓN PARA LA TRANSMISIÓN DE LA FE CRISTIANA, Instrumentum laboris, 16
[10] BENEDICTO XVI, Homilía en la celebración eucarística para la apertura del Año de la fe, 11 de octubre de 2012.
[11]  BENEDICTO XVI, Declaratio, 11 de Febrero de 2009
[12] PALABRA NUEVA, Manuscrito del Cardenal Jorge Mario Bergoglio “La dulce y confortadora alegría de evangelizar” 25 de Marzo de 2013.
[13] CELAM, Documento Conclusivo de la V conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, en Aparecida.
[14] FRANCISCO, Lumen Fidei, 29 de Junio de 2013
[15] FRANCISCO, Evangelii Gaudium, 24 de Noviembre de 2013
[16] FRANCISCO, Evangelii Gaudium, 25
[17] FRANCISCO, Evangelii Gaudium, 74